Por Alejandro Jozami

Podría empezar hablando de lo mucho que me hizo recordar “Po” (el oso panda) al “Oso Yogui” y su sutil Humor, pero eso no fue lo que más rememore de aquel histórico dibujo de Hanna y Barbera, sino su gran esfuerzo por mostrarles a los espectadores, principalmente niños, pero también a los adultos y jóvenes, el notable mensaje sobre los prejuicios que tenemos los humanos, con nosotros mismos y las demás especies, y sobre las diferencias que muchas veces nos cuesta reconocer.

La película cuenta, en tono de leyenda China, la historia de un oso panda, gordo, comilón y vago que sueña con convertirse en “El Guerrero del Dragón". Nadie en su pueblo, ni siquiera su propio padre, cree que él pueda lograrlo. Gracias a un gran esfuerzo personal, Po logra obtener los grandes objetivos de su vida, consigue así derribar los prejuicios de los demás, incluido su profesor, y convertirse en un maestro del kung fu.

El objetivo principal de la película, pasar un buen rato en el cinematógrafo, entretener, se cumplen con creces desde el primer minuto, logrando que los más chicos no puedan despegar ni por un segundo su mirada de ese maravilloso gran personaje que se muestra en la pantalla. Pero no solo entretiene, también enseña, y no usa la imposición para ello. Es sutil, y hasta cariñosa para hacer comprender a los niños lo correcto y lo incorrecto, para decirles esto está bien, esto se debe hacer y esto no. Por su parte, los más grandes también la pasaran muy bien durante la proyección, y aprenderán, junto a los pequeñines sobre las cuestiones que trata la película, cuestiones que ha muchos aun les hace falta comprender.